El periodismo radial debe hacerse con “pasión y objetividad”

El periodismo radial debe hacerse con “pasión y objetividad”



De izquierda a derecha: Serafín Valencia, René Hurtado, Alberto Barrera y Venancio Ramírez, en el programa radial dedicado al periodista. Foto: Rosa Campos


Eduardo Toledo
Redacción Diario Co Latino

“Sí, es bueno que se estudie periodismo, pero el verdadero periodismo no es el que enseñan en la universidad, sino el que se aprenden en la práctica, el periodista radial, y todos en general, deben de tratar de ser objetivos y hacer su trabajo con pasión, a pesar de la manipulación que exista”, según René Hurtado, periodista de radio y prensa, con 33 años de experiencia.

Para Hurtado una de las experiencias “más maravillosas que le ha brindado el oficio” es la vivencia del conflicto armado, ya que con las limitaciones de la época, se grababan los acontecimientos en el lugar de los hechos, para luego transmitirlos vía teléfono público, y que en ese instante esa información saliera al aire en el mismo instante.

Para el reconocido periodista radial, a partir de la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, la radio ha sufrido un retroceso y un descuido. “”Muchos oyen la radio únicamente por la música. Las radios se han vuelto musiqueras y los periodistas no tienen esa agresividad para hacer su trabajo, tiene miedo de interperlar a los funcionarios públicos”, enfatizó Hurtado.

Por su parte, Serafín Valencia, presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), dijo “a pesar de que en lo tecnológico la radio ha dado grandes saltos, en la calidad del periodismo radial todavía falta preparación”.

Agregó que a los nuevos periodistas de radio, en su mayoría, les hace falta esa pasión que los haga comprometerse con lo que hacen, el trabajo lo realizan con desidia, “hay que recordar que la radio enamora con sonidos, y a partir de eso, esto se convierte en un reto para los comunicadores radiales”, sostuvo Valencia, presidente de la APES.

La primera estación radial que existió en el país fue en 1917, instalada en el Barrio San Jacinto, con un equipo donado por el presidente mexicano Venustiano Carranza, por un supuesto favor que el gobierno salvadoreño le hizo.